En el pico Ocejón

En el pico Ocejón

lunes, 28 de diciembre de 2015

De Segovia a Coca (27 a 29 de diciembre de 2015)

Les presento a uno de los senderistas del año 2015 que ya concluye. Quizá le conozcan. No ha sido portada de la revista Time porque en esta publicación el senderismo suele ocupar un espacio bastante secundario. Que yo sepa, nunca un senderista ha sido portada. Aquí les dejo con el que posiblemente sea, sin ánimo de exagerar, uno de los senderistas del año, un espejo en el que mirarse:


Nuestro senderista ha elegido esta vez un tramo del Camino de Santiago a Madrid, que se une en Sahagún al Camino Francés, concretamente el tramo de Segovia a Coca, que tiene unos 54 kms. de longitud. Un modesto plan para un senderista modesto también, pese a sus raíces bilbainas. Rompiendo tópicos.



Localidad
Altitud (m.)
Kms. a Santiago
Kms. parciales
Kms. acumulados
Segovia 1002 576 0 0
Zamarramala 1006 573 3 3
Valseca 941 568 5 8
Los Huertos 882 564 4 12
Añe 878 555 9 21
Pinilla Ambroz 950 549 6 27
Santa Mª la Real de Nieva 907 544 5 32
Nieva 842 541 3 35
Nava de la Asunción 803 532 9 44
Coca 788 522 10 54



1ª etapa: Segovia - Añe

Fecha: Domingo, 27 de diciembre
Distancia: 21 kms. (un par de ellos más si se sale de la estación de RENFE)
Localidades de paso: Zamarramala, Valseca y Los Huertos

El tren regional llega a Segovia sobre las diez y media de la mañana, y nuestro senderista se apea de él. Lo primero es acercarse a la oficina de turismo, que está junto al Acueducto, para que le sellen su credencial de peregrino.




A continuación atraviesa el casco histórico de la ciudad por las calles de Cervantes y de Juan Bravo para desembocar en la Plaza de España.
Deja a mano derecha la Catedral Nueva y el Alcázar, saliendo de la ciudad alta por la Puerta de Santiago, cómo no, para descender hasta el río Eresma y el barrio de San Marcos.




La Puerta de Santiago


El barrio de San Marcos y la Veracruz


El Alcázar


Aquí comienza la cuesta que asciende hasta Zamarramala, dejándose a mano derecha la originalísima iglesia de la Veracruz, con curiosa planta dodecagonal.


La iglesia de la Veracruz




Zamarramala se asienta sobre un altozano y desde 1970 es un barrio más de Segovia. Desde las afueras, mirando hacia el sur, se tienen unas sorprendentes vistas del Alcázar y de la Catedral segoviana, con el telón de fondo de las cimas del Guadarrama (Peñalara, Bola del Mundo, Siete Picos y la Mujer Muerta).
La fiesta de las Águedas, que le trae buenos recuerdos al senderista, por haber asistido a ella en varias ocasiones, tiene lugar el 5 de febrero o domingo más próximo y ha sido declarada de interés turístico regional. Hay testimonios escritos de que viene celebrándose desde hace casi ocho siglos.


Albergue de Zamarramala


Fuente de las Aguederas


Iglesia de Zamarramala


El camino de Zamarramala a Valseca y Los Huertos, señalizado con flechas de color amarillo, como el resto de esta ruta jacobea, transita entre campos de cereal, resultando el paisaje un tanto monótono. Por estos páramos sopla el ventarrón con cierta violencia.




Segovia y las montañas


Valseca


A la entrada de Valseca hay una ermita dedicada a San Roque, a cuya vera dormían en verano los segadores gallegos, que antaño venían a Castilla a la siega.
Su iglesia parroquial, de formas muy geométricas y muros un tanto desnudos, está bajo la advocación de la Asunción de Nuestra Señora.
El sábado más próximo a San Isidro tiene lugar la Feria del Garbanzo, que año a año va ganando en popularidad. A las 14 horas, en los Parques del Caño, situados a las afueras de la población, se sirve un cocido popular de más de mil raciones. Suele también instalarse un mercado medieval y la jornada es amenizada por la banda de música, que toca la dulzaina y el tamboril.
En el Mesoncito de Chapete, el senderista repone fuerzas con unos pinchitos de tortilla y unos torreznos, momento en el que recibe la llamada de unos congéneres desde la cumbre de Peñalara.


Iglesia de Valseca




Museo de minerales de Valseca




Los Huertos se encuentra a la orilla del arroyo de la Peña, que viene de Valseca y poco después vierte sus aguas al Eresma.
De Los Huertos a Añe el paisaje resulta más variado. Inicialmente se desciende hasta el valle del Eresma, salpicado de choperas, y se alcanza la plataforma del antiguo ferrocarril de Segovia a Medina del Campo, que dejó de funcionar en 1985. Recientemente, en 2013, se han desmantelado las vías y se ha rehabilitado como Camino Natural Vía Verde del valle del Eresma.






Por esta vía verde se camina algo más de dos kilómetros, con el río a mano izquierda. Junto a la ruinosa caseta del apeadero de Ahusín existe un área de descanso, con un par de mesas y bancos.






Un poco más adelante se cruza el Eresma por un puente y el camino se adentra en un bosque de pino resinero.
A la salida del bosque, dos corzos se le cruzan al senderista a la carrera.


Río Eresma




Pasadas las cinco y media de la tarde, con el sol casi tocando el horizonte, el senderista entra en Añe, punto final de esta etapa. En la primera casa a mano izquierda le atiende un señor que le facilita la llave del albergue, tras revolver un buen rato en un cajón.
Con la mosca detrás de la oreja, el senderista se acerca hasta el albergue, ubicado en las antiguas escuelas, y se maravilla al comprobar que la llave funciona y le permite franquear la puerta. El sitio es espartano. En un rincón de la amplia estancia de entrada, ciertamente desangelada, se ubican unas ocho literas, algunas de las cuales, no todas, están provistas de colchón. Hay una estancia más recogida y acogedora, con solo cuatro literas, en la que el senderista decide afincarse. Hace frío aquí dentro. Al echar el aliento se forma un ligero vaho. Brrrr.


Albergue de Añe




Tras soltar los bártulos, el senderista sale de estampida hacia el bar para que le sellen la credencial y para comer algo, pues le han advertido de que cierra pronto. A la seis y cuarto ya le están sirviendo de cena una ensalada y una tortilla francesa con algo de embutido, mientras en la mesa de al lado unos vejetes juegan al mus o a la brisca. Sobre las siete y cuarto ya le conminan a irse, pues se va a cerrar.

No queda por aquí mucho que hacer. La oferta cultural brilla por su ausencia. Es cuestión de atrincherarse en la habitación y, bien abrigado, tomar nota en la libreta de los sucesos del día. Un tipo de Philadelphia, un tal Antonio, ha dejado escrito en una tarjeta de cartulina, con un peculiar sentido del humor, lo que parece ser una especie de manual o decálogo de acogida para los peregrinos que se dejen caer por aquí:

Fellow pilgrims, welcome to the Hilton.
1. You can get a sello (stamp) at the bar.
2. The bar serves some food.
3. No shop in village. A bread lady comes around once or twice a day. She has all you need. Ask for the time at the bar (or ask a local). You will hear her. She blasts the horn and stops at various places in the village. She came at 2 PM on sunday.
4. The wáter here is boiling hot. You can make tea, coffee, etc. (left you a spoon).
5. You can also the jar to make soup, ramen, vermicelli, etc. Let it stand 1/2 hour.
6. The heater Works.
7. The shower drain is clogged, so, it floods. Don't turn wáter on full and be brief.

A las nueve el senderista apaga la luz y se mete en su saco, que ha reforzado con una manta. La noche promete ser larga. Pero el senderista es optimista y se propone contar ovejitas.



2ª etapa: Añe - Nava de la Asunción

Fecha: Lunes, 28 de diciembre
Distancia: 23 kms.
Localidades de paso: Pinilla Ambroz, Santa María la Real de Nieva y Nieva

Sobre las ocho y cuarto el senderista sale de su letargo y comienza el ritual de desvestirse para volver a vestir. Lo de ducharse antes ni se le pasa por la cabeza. Ni se le ocurre ponerse a testear el funcionamiento óptimo de la ducha. Echa al coleto un dátil y un trago de agua, cierra la puerta del albergue y se echa al camino, previo paso por la casa en la que le dieron la víspera la llave para dejarla en el buzón.


Ayuntamiento de Añe


Desde el Mirador del Soto, a las afueras de Añe, un camino desciende hasta el río Moros, que unos tres kilómetros más abajo se une al Eresma.
Al otro lado del río se extiende una magnífica fresneda, que se aprecia muy bien desde aquí arriba.
Tras cruzar el río Moros por un puente, se sigue a mano izquierda por la carretera que lleva a Armuña. El tráfico es escasísimo, al menos en el día de hoy.


Río Moros y fresneda


Río Moros


Pronto se dobla a la izquierda por un camino de tierra que lleva, entre campos de cereal, hasta Pinilla Ambroz, mencionado en documentos medievales como Penilla de Ambrosio. El pueblo, escoltado por dos suaves cerros, pertenece desde 1969 al municipio de Santa María la Real de Nieva, pero no tiene nada especial y que me perdonen los pinillenses.




La mañana se mantiene soleada, pese a que hoy cambiaba el tiempo. Hasta Santa María la Real de Nieva el camino discurre plácidamente en llano. Un poco antes de llegar a esta localidad se atraviesa la línea del tren de alta velocidad por un paso elevado.
Siguiendo en todo momento las flechas amarillas se pasa junto a una panadería, en la calle Miguel Ibáñez, y se desemboca en la Plaza Mayor.


Plaza Mayor de Santa María la Real


Santa María la Real de Nieva, asentada sobre un otero pizarroso, es cabeza de partido judicial y uno de los municipios más importantes e históricos de la comarca de la Campiña Segoviana.
La población fue fundada en 1392 por la reina Catalina de Lancaster, esposa de Enrique III de Castilla, a raíz de la milagrosa aparición de la Virgen al pastor Pedro Amador en el término de Nieva, al menos eso reza la tradición. Se cuenta que la Virgen le encomendó al pastor que transmitiera al Obispo de Segovia la doble orden de excavar en el mismo lugar de la aparición para desenterrar una imagen mariana que allí se encuentra y de erigir en él un altar para rendirle culto. Así se hizo y, en efecto, bajo tierra apareció una imagen, a la que comenzó a llamarse la Virgen Soterrada, y acto seguido los monjes dominicos levantaron un monasterio dedicado a Nuestra Señora de la Soterraña, a cuyo alrededor iría desarrollándose la población.
A partir del siglo XVI se instalarían en la población numerosas fábricas de paño, en especial de pardos y mezclas, y surgiría un importante gremio de tejedores. Los chaquetones de paño que aquí se producían serían muy usados por los cabreros.
Del antiguo monasterio se conservan solamente la iglesia y el claustro, adosado este último al muro sur. Ambos fueron declarados en 1920 Monumento Nacional y en la actualidad ostentan la catalogación de Bien de Interés Cultural (BIC). En un sepulcro de la iglesia reposan los restos de la reina Blanca de Navarra, que murió al pasar por estos lares en el transcurso de un viaje.


Iglesia


Son las once y cuarto. El senderista, dado que han pasado ya unas 15 horas desde la cena de la víspera, entra en el café-bar España, situado en la misma Plaza Mayor, junto al Ayuntamiento, y se pide una tostada, un par de madalenas y un café con leche. El del bar debe ser del Athletic de Bilbao, a tenor de las fotos y otros recuerdos que adornan la barra.
Increíblemente el senderista descubre en el café una cara conocida. Se trata de una excompañera del IES Clara del Rey. Son inevitables las risas y el qué haces tú por aquí. Vuelve a demostrarse eso de que el mundo es un pañuelo.

Antes de abandonar el pueblo, toca visitar el claustro gótico de la iglesia, que es de planta cuadrada, con galería en todo su perímetro.
Lee el senderista en un panel que en las obras de restauración llevadas a cabo a mediados del siglo XX, el claustro perdió un sobreclaustro que se le había añadido en el siglo XVI.
La visita del claustro debe hacerse en sentido contrario a las agujas del reloj. En los capiteles, decorados con motivos románico tardíos, se representan más de 300 escenas, tanto religiosas (bíblicas) como profanas, apareciendo entre estas últimas los tres estamentos de la sociedad castellana del siglo XV: nobleza (escenas de jinetes practicando la cetrería, cazando o participando en torneos), clero y pueblo llano (escenas del calendario agrícola y los 12 meses del año).
Al claustro dan el refectorio, la Sala Capitular y el Salón de Cortes, así llamado porque en él se celebraron las Cortes de 1473, convocadas por Enrique IV, en las que se aprobó la que se conoce como Ley de Santa María, considerado el primer acuerdo de la historia sobre los bienes gananciales en el matrimonio, lo que supuso un pasito adelante en el reconocimiento y defensa de los derechos de la mujer.


Claustro




Tras la productiva visita, el senderista reanuda su marcha y sale del pueblo por la calle Santiago, pasando junto a la plaza de toros, que es de las más antiguas de España y se ubica en lo que los lugareños antaño conocían como zona de los Noques (o grandes pilones en los que se curtían las pieles). Fue construida en 1848 en pizarra, lo que le da aspecto de fortín.  Tiene unos 50 metros de albero y en ella han toreado maestros como Cúchares, El Chiclanero, Esplá o El Cordobés.


Plaza de toros


Desde la plaza de toros se desciende del otero en dirección noroeste hacia Nieva, el próximo objetivo, que dista poco más de 2 kilómetros y se ve ya desde aquí.


Nieva


En Nieva destaca su iglesia mudéjar de San Esteban, pero al queda un poco a la izquierda del camino, el senderista no se acerca hasta ella.
Abundan aquí los viñedos, contando el pueblo con dos bodegas, de nombres Ossian y Nieva, que producen vino blanco de la denominación de origen Rueda.

A partir de Nieva comienza el extenso pinar, en el que se alternan los pinos piñoneros y resineros. No en vano cambiamos de comarca, abandonando la Campiña Segoviana para entrar en la Tierra de Pinares.
A la entrada del pinar, junto a un área recreativa, hay un notable ejemplar de pino piñonero, el Pino Morgas, de copa voluminosa y redondeada, que descuella entre el resto. Fue declarado árbol singular por la Junta de Castilla y León. En un cártel se asegura que tiene una altura de 24 metros y que su edad anda en torno a los 350 años. Sin embargo, unos vecinos le cuentan al senderista que hoy mide algunos metros menos, debido a que hace 10 años una copiosa nevada partió en dos la parte superior de su tronco.




Pino Morgas


Estos mismos vecinos le aconsejan al senderista abandonar el camino jacobeo, un tanto arenoso en este tramo, y atrochar unos 200 metros por el pinar para salir a la Vía Verde del valle del Eresma, por la que ya caminó la víspera. El senderista sigue el consejo por no parecer descortés, haciendo los algo más de 5 kms. que aún restan hasta Nava de la Asunción por esta vía verde.




Unos 10 minutos antes de terminar la etapa caen las primeras gotas de agua pero se queda en eso, en cuatro gotas.
Sobre las tres y media de la tarde el senderista desemboca, más contento que unas pascuas, en Nava de la Asunción, situada en terreno llano y arenoso, propenso a formarse balsas naturales en época de lluvias.
Carlos III le concedió a la localidad el título de villa, lo que le otorgaba la facultad de poder administrar justicia.
Una figura muy ligada al pueblo es la de Jaime Gil de Biedma, el poeta de la Generación del 50, que falleció en 1999. Aunque nacido en Barcelona, pasó en el pueblo largas temporadas en su infancia y juventud, y en él se halla enterrado. Y es que su familia adquirió una casa en el pueblo, la histórica Casa del Caño. En reconocimiento a Jaime Gil de Biedma su pueblo de adopción le ha dedicado una sencilla plaza, así como un certamen internacional de poesía, que se celebra anualmente y lleva su nombre.
Merece una mención el equipo de balonmano local, el Balonmano Nava, orgullo de los naveros, que desde hace años milita en el equivalente a la segunda división nacional. No está mal para un pueblo que cuenta solo con 800 habitantes.


Panel informativo sobre el pueblo


Caño del Obispo




Antes de buscar albergue, el senderista se toma unos pinchitos en la cervecería Travesía 4 (o Tr 4) y a continuación se dirige al centro de cultura Los Pinares, donde Conchi le atiende muy amablemente y se pone en contacto con una de las hospitaleras para comunicarle que un peregrino ha llegado.




La hospitalera, que se llama Clara, se presenta en bici, trayendo la llave del albergue, y se reúne con el senderista, transfigurado en peregrino, en el quiosco de helados, cerrado en esta época, que hay junto al parque municipal.




El albergue se encuentra ahí al lado. Más que albergue, es una habitación que han habilitado para acoger a los peregrinos y que se encuentra junto a los vestuarios del campo de fútbol del Sporting Nava, el equipo local. La habitación tiene cuatro literas y está coquetamente puesta, con mesa, mesilla, varias sillas y un calefactor eléctrico, que Clara le deja conectado. Hay también un espacio con fregadero, nevera y microondas, así como un cuarto de baño con ducha. El senderista se registra en una hoja y comprueba que en este mes de diciembre solo otros dos peregrinos le han precedido.












Lamentablemente ya ha pasado el Mercado Navideño, que se celebró en el pueblo ayer domingo y anteayer sábado. El senderista ha de buscar otra alternativa para pasar el resto de la tarde y decide acercarse a la biblioteca municipal, que se encuentra en el edificio del ayuntamiento y no cierra hasta las ocho.
En la biblioteca, el senderista dedicará el tiempo a escribir, a hojear algunos libros y a charlar un poco con la bibliotecaria. Pasa por sus manos una antología poética de Jaime Gil de Biedma, publicada en 1988 por Alianza Editorial, que el propio autor regaló a la biblioteca y dedicó a sus lectores. La bibliotecaria le cuenta al senderista que el poeta se inspiró en el pueblo y sus paisajes para componer algunos de sus poemas, como por ejemplo el titulado Ribera de los alisos:

Los pinos son más viejos.
                                   Sendero abajo,
sucias de arena y rozaduras
igual que mis rodillas cuando niño,
asoman las raíces.
Y allá en el fondo el río entre los álamos
completa como siempre este paisaje
que yo quiero en el mundo,
mientras que me devuelve su recuerdo
entre los más primeros de mi vida.

Un pequeño rincón en el mapa de España
que me sé de memoria, porque fue mi reino.
Podría imaginar
que no ha pasado el tiempo,
lo mismo que a seis años, a esa edad
en que el dormir descansa verdaderamente,
con los ojos cerrados
y despierto en la cama, las mañanas de invierno,
imaginaba un día del verano anterior.
                                               Con el olor
profundo de los pinos.
Pero están estos cambios apenas perceptibles,
en las raíces, o en el sendero mismo,
que me fuerzan a veces a deshacer lo andado.
Están estos recuerdos, que sirven nada más
para morir conmigo.

Por lo menos la vida en el colegio
era un indicio de lo que es la vida.
Y sin embargo, son estas imágenes
– una noche a caballo, el nacimiento
terriblemente impuro de la luna,
o la visión del río apareciéndose
hace ya muchos años, en un mes de septiembre,
la exaltación y el miedo de estar solo
cuando va a atardecer -,
antes que otras ningunas,
las que vuelven y tienen un sentido
que no sé bien cuál es.
                                   La intensidad
de un fogonazo, puede que solamente,
y también una antigua inclinación humana
por confundir belleza y significación.

Imágenes hermosas de una historia
que no es toda la historia.
Demasiado me acuerdo de los meses de octubre,
de las vueltas a casa ya de noche, cantando,
con el viento de otoño cortándonos los labios,
y la excitación en el salón de arriba
 junto al fuego encendido, cuando eran familiares
el ritmo de la casa y el de las estaciones,
la dulzura de un orden artificioso y rústico,
como los personajes
en el papel de la pared.

Sueño de los mayores, todo aquello.
Sueño de su nostalgia de otra vida más noble,
de otra edad exaltándoles
hacia una eternidad de grandes fincas,
más allá de su miedo a morir ellos solos.
Así fui, desde niño, acostumbrado
al ejercicio de la irrealidad,
y todavía, en la melancolía
que de entonces me queda,
hay rencor de conciencia engañada,
resentimiento demasiado vivo
que ni el silencio y la soledad lo calman,
aunque acaso también algo más hondo
traigan al corazón.
                        Como el latido
de los pinares, al pararse el viento,
que se preparan para oscurecer.

Algo que ya no es casi sentimiento,
una disposición de afinidad profunda
con la naturaleza y con los hombres,
que hasta la idea de morir parece
bella y tranquila. Igual que este lugar.


Ayuntamiento de Nava de la Asunción


Iglesia de la Asunción


Dan las ocho, ha comenzado a llover y el senderista entra en el café-bar Punto de Encuentro, donde le sirven un bocata de jamón con tumaca, acompañado de una cerveza. Se acerca a su mesa el propio alcalde del pueblo, que está en la barra tomándose algo con otros convecinos, y le pregunta si es el peregrino que ha llegado hoy, a lo que el aludido le responde afirmativamente. La noticia de la llegada de un peregrino ha corrido como la pólvora entre las altas esferas locales. El senderista-peregrino se maravilla de ser noticia.



3ª etapa: Nava de la Asunción - Coca

Fecha: Martes, 29 de diciembre
Distancia: 10 kms.

La litera estaba en buenas condiciones y tenía un colchón en muy buenas condiciones, lo que le permite al senderista dormir a pierna suelta, con la espalda recta y sin hundirse, despertándose como nuevo.
Abre la puerta de su habitación, que da al césped del campo de fútbol, y comprueba con alborozo que la lluvia ha pasado. Los pajarillos cantan y las nubes se levantan.

En el bar Javiera se pide una tostada y un café con leche. Ha preferido desoir el consejo de Clara y no pedirse el desayuno del segador, compuesto de dos huevos, lomo y chorizo. Excesivamente contundente le parecía la propuesta.
Los del bar parecen también ser del Athletic de Bilbao. Sin duda aquí la gente sabe.

Antes de dejar Nava de la Asunción, el senderista pasa por delante de la Casa del Caño, que compró la familia Gil de Biedma y que actualmente presenta un aspecto bastante deteriorado, vista desde fuera. Se acerca también a la plaza Gil de Biedma, en la que una placa reproduce algunos versos del poeta, y recorre la calle de Portugal, que dio nombre a un antiguo barrio obrero, del que mucha gente emigró a Francia y otros puntos de Europa en los sesenta.


Casa del Caño




Plaza de Gil de Biedma


El camino hasta Coca, en esta última y corta etapa, arranca junto a la ermita del Santo Cristo, pasa por debajo de las vías del tren de alta velocidad y se dirige hacia el pinar. Ha quedado un día radiante y luminoso, algo más frío quizá, pero menos ventoso en contrapartida.


Ermita del Santo Cristo




Caminando por el pinar se llega al borde del cantil bajo el que discurre el río Eresma, ligeramente encañonado en este tramo.
Doblando a la izquierda, alejándose del río en algunos tramos y aproximándose a él en otros se avistan las primeras casas de Coca cuando las campanas dan las doce del mediodía.




Coca tiene unos dos mil habitantes y se levanta en la confluencia de los ríos Eresma y Voltoya, rodeada de hermosos pinares. Es la antigua Cauca, que en lengua celtíbera quiere decir elevación o altura, y fue cuna del emperador Teodosio el Grande, que por medio del Edicto de Tesalónica, firmado en el año 380, hizo al cristianismo religión oficial del Imperio Romano. Su edificio más destacado es, por supuesto, el castillo mudéjar de los Fonseca (siglo XV), uno de los principales linajes de la nobleza castellana.






Al senderista le sellan su credencial en el ayuntamiento. En la plaza tendrá la fortuna de toparse con Charo, la hospitalera, que vive al comienzo de la calle y es muy simpática. Le cuenta que lleva ya nueve años de hospitalera, que el pueblo cuenta con un albergue para peregrinos de 16 plazas y que, fuera de esta época del año, pasan muchos extranjeros haciendo el camino, mayoritariamente ingleses y franceses. Y sin olvidar a las coreanas, que dentro de unos meses comenzarán a llegar. Esto de las coreanas lo comenta Charo con cierto asombro, maravillada de que pueda venirse desde tan lejos para hacer el camino.


Ayuntamiento de Coca


Iglesia de Coca


 Busto del Emperador Teodosio


 Puerta del Arco


 Dos verracos delante de la muralla vaccea


Restaurante La Muralla: menú del día a 9 euros


Y aquí finaliza la crónica de este senderista-peregrino, que a las cuatro menos veinte tomará el autobús de vuelta a Segovia.
Pueden, si lo desean, dejar aquí algún me gusta, que es lo que siempre esperan los autores de blogs y los publicadores de mensajes en las redes sociales. Se admite incluso algún me gustas, dependiendo esto último de su procedencia.

Credencial de peregrino
Puede conseguirse antes de salir de Madrid en la Asociación de Amigos de Camino de Santiago de Madrid, que tiene su sede en la calle Carretas, nº 14, 7º piso, puerta B-1.

Albergues
El senderista que protagoniza esta crónica solo se albergó en los de Añe y Nava de la Asunción; no obstante, hay otros en este itinerario, que también mencionaremos aquí.
Convento de los Padres Carmelitas Descalzos (Segovia). Alameda de la Fuencisla s/n.
Albergue municipal Fuente del Pájaro (Zamarramala). Abierto desde abril de 2014. 40 plazas. Calefacción y 4 duchas con agua caliente. Cocina equipada con microondas, tostadora y nevera. Menaje de cocina. Estancia gratuita.
Albergue de peregrinos de Valseca. En las antiguas escuelas.
Albergue municipal de Añe. En las antiguas escuelas. Estancia gratuita.
Albergue de peregrinos de Santa María la Real de Nieva. Calle Fuente Santa, 1.
Albergue de peregrinos de Nava de la Asunción. En los vestuarios del campo de fútbol del Sporting Nava. 4 literas. 5 euros por persona y noche.
Albergue municipal de Coca. Avenida Juan Pablo II, 42. 16 plazas.

Autobuses
Linecar presta la línea de Segovia a Santiuste, con parada en Santa María la Real de Nieva, Nieva, Nava de la Asunción, Navas de Oro y Coca.

Taxis
Hay un taxi en Nava de la Asunción (Araceli) y los teléfonos son 616.416.227 y 921-58.10.43.

Enlaces
El Camino de Madrid a Santiago
Ayuntamiento de Nava de la Asunción
La Nava de Jaime Gil de Biedma (El Adelantado de Segovia, enero de 2010)
Ayuntamiento de Coca
Coca (por Andrés Campos)