En el pico Ocejón

En el pico Ocejón

viernes, 13 de enero de 2012

Cinco días por tierras de Soria, siguiendo el GR 86 - Navidad 2011

El GR-86 o Sendero Ibérico Soriano da casi una vuelta completa a la provincia de Soria y tiene dos variantes, sumando en total algo más de 500 kilómetros.
Como solo dispongo de cinco días, me he planteado hacer un tramo de cerca de noventa kilómetros, comenzando en Tardelcuende, pasando por varios pueblos (Berlanga de Duero, El Burgo de Osma y Ucero entre ellos) y llegando al Cañón del Río Lobos.
Me voy a encontrar con un sendero que está muy bien balizado, lo que me sorprende muy favorablemente. Se echa quizá de menos una red de alojamientos más desarrollada para acoger al caminante o cicloturista, me refiero a alojamientos en plan básico y barato, como albergues o refugios. Insisto en que el sendero es un recurso turístico muy interesante para conocer ciertos rincones de la provincia de Soria y debería promoverse más desde las instituciones, aunque el Patronato de Turismo de Soria ofrece buena información sobre el mismo en su página web.

Enlace:

1ª etapa, lunes 26 de diciembre: 
Tardelcuende - Andaluz

Longitud: 19 km.
Discurre por un alto, siguiendo en algunos tramos el cordel de ganados de Berlanga de Duero a Soria (que forma parte del entramado de vías pecuarias que parten de las sierras sorianas y riojanas de Cebollera y Camero Nuevo, denominadas en su conjunto Cañada Real Galiana) y en otros, caminos de rodadura. Se atraviesan pinares resineros, rebollares, encinares y también tierras de labor.
En el camino me encuentro un señor que, en plan andarín, me adelanta a toda pastilla, llevando en la mano derecha únicamente una cantimplora; con un chico de Zaragoza montando en bici, que está en un pueblo de por aquí cerca, del que es su padre, pasando unos días; con otro ciclista; y con dos cazadores, sentados a comer, con mesa plegable y sillas, en medio de encinar, junto al todoterreno y los perros.

El tren de media distancia que hace el trayecto de Madrid a Soria tarda un poco más de dos horas y media en parar en Tardelcuende, un pueblo situado al norte del Duero, a 990 metros de altura, en el corazón de la mancha de pinar resinero que se extiende por el centro de la provincia de Soria. La industria resinera tuvo aquí gran importancia y, de hecho, en el pueblo hubo una fábrica de resina que actualmente está cerrada.


En la plaza de Tardelcuende han inaugurado el pasado Día de la Constitución una curiosa  escultura titulada "Paz en Osonilla", que representa a un soldado francés y un guerrillero español dándose la mano, en recuerdo de una batalla de la Guerra de la Independencia, que se desarrolló por estos lares y en la que los españoles obtuvieron la victoria. Y es que se ha cumplido el bicentenario de este enfrentamiento militar.

Paz en Osonilla

A las afueras del pueblo, saliendo por la carretera vecinal que va a Cascajosa, me topo con las primeras balizas del GR-86.
Al poco de seguir por la carretera, tomo una pista de tierra que sale a la izquierda y me va adentrando en el pinar resinero.
En suave ascenso, corono la cota o loma que en los mapas llaman Valdemocho (1.059 m.), que está totalmente cubierta de pinos y es el punto más alto de esta etapa. El propio vértice geodésico, que tendrá más de 5 metros de altura, aparece semiescondido entre los pinos.

Vértice geodésico de Valdemocho

Me adelantan a toda pastilla

Vista de Cascajosa

A unos seis kilómetros y medio de Tardelcuende, a la izquierda de la pista, me encuentro con un pequeño refugio, aunque con el interior un poco sucio. Hay dentro varias botellas vacías, resto de alguna juerga reciente.



El sendero está muy bien señalizado

Me paro a comer junto a un enorme amontonamiento de balas de heno. El sol me da de cara, el viento está en calma y la temperatura resulta bastante templada, a pesar de que estamos en invierno. Me siento muy a gustito.



Entro en Andaluz por su extremo más al este, a la altura de la iglesia románica de San Miguel Arcángel, datada en 1114, que tiene una original galería porticada, añadida en el siglo XIII, con capiteles de tipo vegetal y geométrico. Su portada meridional presenta capiteles decorados con dragones alados de influencia oriental. En los siglos XVI y XVIII fue objeto de ampliaciones y reformas.

Iglesia de San Miguel

La galería de la iglesia y el palomar al fondo, a media ladera

Andaluz, a 910 metros de altitud, se encuentra situado a la entrada de una pequeña garganta rocosa que forma el río Andaluz o Fuentepinilla poco antes de desembocar en el Duero, en el paraje al que llaman La Boquilla. Esta garganta o estrechamiento entre las rocas es conocido como Portillo de Andaluz y en sus riscos habitan numerosas aves rapaces.

Portillo de Andaluz y, al fondo, el Duero

Pasa también por el pueblo el GR-14 o Senda del Duero y es nudo en el que confluyen varias cañadas.
Tuvo Andaluz gran importancia, por su estratégica situación, tras la Reconquista. En 1089 obtuvo su fuero, el primero de Soria en opinión de algunos investigadores.
A orillas del Duero se conserva, como testimonio de la tradición ganadera del pueblo, una dehesa con magníficos ejemplares de fresno, roble y quejigo, en la que también pueden verse álamos, majuelos, escaramujos o endrinos.
En Andaluz me voy a alojar en un antiguo palomar, que han habilitado como refugio, por lo que llamo desde el móvil al señor que tiene que entregarme la llave. Se llama Jesús Álvarez y no tarda ni dos minutos en llegar a la iglesia, donde le espero.
Jesús, que tiene 86 años, trabajó como agricultor, cultivando sobre todo cereal de secano, pero también alubias y remolacha. Mantiene actualmente un terreno con nogales y almendros, y también algunas vides, gracias a las que elabora su propio vino en su pequeña bodega subterránea. Guarda bastantes aperos de labranza en una nave que tiene al lado de su casa y me invita a enseñármelos. "Es mi pequeño museo etnográfico", me dice en tono confidencial, no exento de un cierto humor. Una buena colección de arados, yugos, vertederas, cedazos y otros aperos para el trabajo de la tierra y del cereal, colgados de la pared, que fueron cayendo en desuso a medida que el campo fue tecnificándose. A lo largo de su vida, Jesús ha tenido, según me confiesa, un total de cuatro tractores.

El pequeño museo etnográfico

Me cuenta Jesús que el pueblo se ha ido poco a poco quedando vacío (actualmente tiene solo 20 habitantes) y que el bar ya cerró. Fue su hijo Enrique quien reconstruyó el palomar, que estaba derruido, gracias a una subvención y lo habilitó como refugio.

El palomar

El pueblo, abajo

En el palomar hay hasta un libro de visitas en el que el viajero puede dejar sus impresiones y firmar. Tratándose de un palomar, podríamos llamarlo con propiedad libro de piadas.


Que este lugar sea parada de caminantes,
viajeros y gente de paso que quieran disfrutar
de los parajes que desde aquí se contemplan

El refugio tiene dos plantas. En la primera, el salón de estar, con mesa, sillas, hornillo de butano y estufa de leña; en la segunda, seis literas. No hay agua corriente, pero sí una buena provisión de garrafas llenas de agua de la fuente, ni tampoco cuarto de baño, por lo que uno no queda otra que salirse fuera para hacer las necesidades.


El pinar resinero
Los bosques de pino resinero o negral (pinus pinaster) se encuentran ampliamente extendidos por la zona centro de la provincia de Soria, sobre suelos de textura arenosa.
Su resina o miera era extraida mediante picas o incisiones en el tronco descortezado del pino y a partir de ella se fabricaban aguarrás y colofonia.
La producción resinera ha tenido cierta importancia en España. Hacia 1920 producíamos un 10 % del total mundial y éramos los terceros productores, solo por detrás de Estados Unidos y Francia. Esta producción resinera alcanzó su máximo histórico en España a principios de los años 60, llegándose a explotar unos 18 millones de pinos en todo el país. Actualmente, los costes de extracción de la resina casi no compensan su comercialización, por lo que apenas se explotan en toda España dos millones de pinos.
De esta actividad resinera queda el testimonio de las caras o hendiduras que presentan los troncos y de las grapas o chapas metálicas incrustadas en ellas, hechas de zinc o hierro galvanizado, que sirven para ir recogiendo la resina que escurre desde las picas efectuadas en el árbol y conducirla hasta los potes de barro, que son recipientes con forma de maceta que se sujetan al pino. La resina acumulada en los potes era vertida por los resineros en latas o bidones cuadrados de 20 kilos, provistos de asas o ruedas, con los que se desplazaban por el pinar. Una vez llenas las latas, se trasvasaba su contenido a barriles o cubas con una capacidad de más de 200 kilos, que se hallaban distribuidos por todo el monte.
Los refugios y casetones que se encuentran dentro del pinar se construyeron en su día con el objeto de que los resineros pudieran cobijarse y pernoctar en los periodos de resinación.

Taínas
Son construcciones toscas y primitivas, con base de mampostería y techumbre de sabina. Aparecen salpicadas por los páramos, junto a zonas de pastos, y nos dan testimonio de la economía ganadera de antaño, pues se destinaban a encerrar el ganado.

Palomares
Están construidos generalmente de adobe y en ocasiones de piedra, y adoptan diferentes modelos constructivos, aunque el más común sea el de planta circular y forma cilíndrica.
En estos días llegué a identificar tres: el de Andaluz, habilitado como refugio, en el que dormí la primera noche, y otros dos, en Gormaz y Quintanas de Gormaz.

Palomar en Quintanas de Gormaz

Palomar en Gormaz

Enlaces:
Tardelcuende
Mancomunidad Río Izana
La Batalla de Osonilla
Asociación Fueros de Andaluz
Web de Andaluz, por Enrique Álvarez
Refugio El Palomar del Risco (Andaluz)


2ª etapa, martes 27 de diciembre: 
Andaluz - Berlanga de Duero - Quintanas de Gormaz

Longitud: 23 km.
Se transita en parte por la Cañada Real Galiana, pero también por caminos agrícolas e incluso se sigue durante un par de kilómetros el trazado de una línea de ferrocarril abandonada.
Se atraviesan bosques de pinos resineros, sabinares y zonas de cultivos, y también se cruza el Duero dos veces.
En varios puntos se coincide con el GR-14 o Senda del Duero.
Llegando a Berlanga me encuentro con un señor y una chica montando en bici; saliendo de Aguilera, a dos mujeres, dando un paseo con dos niños pequeños.

A poco de empezar la etapa desde Andaluz, se cruza el puente romano de seis ojos sobre el Duero; de época romana solo queda el basamento, siendo el resto de fábrica medieval.

El puente de los seis ojos

El sol aún está bajo

Me doy la vuelta y echo un último vistazo al Portillo de Andaluz y al palomar en que he dormido, que queda un poco a su derecha, a media ladera.

Portillo de Andaluz

Ojo al tren que ya dejó de pasar por aquí

Ya se ve al fondo la colegiata de Berlanga

Por la hoz del río Escalote, un angosto y espectacular cañón calizo, se entra en Berlanga de Duero, villa de corte castellano que cuenta con un rico patrimonio arquitectónico, castillo amurallado, colegiata, picota medieval y varias casas palaciegas.

Callejeando por Berlanga

Las primeras noticias documentadas de la villa de Berlanga datan de la época de la Reconquista, cuando el Duero hacía de frontera entre cristianos y musulmanes. Durante los siglos X y XI pasa de unas manos a otras hasta que fue definitivamente reconquistada por Alfonso VI, que se la concedió al Cid, al que se considera el primer alcalde que tuvo la villa.
En 1110 fue repoblada por Alfonso I el Batallador, rey de Aragón, y no tardó en adquirir importancia.

Siendo mozo Alvargonzález,
dueño de mediana hacienda,
que en otras tierras se dice
bienestar y aquí opulencia,
en la feria de Berlanga
prendóse de una doncella
y la tomó por mujer
al año de conocerla
(La tierra de Alvargonzález, de Antonio Machado)            

El castillo se sitúa en un espectacular emplazamiento, sobresaliendo su esbelta torre del homenaje. Lo que queda son los restos de la construcción cristiana, levantada sobre la primitiva fortaleza musulmana; consta de dos recintos, el interior del XV y el exterior del XVI, de gruesos muros flanqueados por robustos torreones cilíndricos.

Castillo de Berlanga

La colegiata es una buena muestra de transición del Gótico ojival al Renacimiento (1526-1531). Tiene tres naves cubiertas con ricas bóvedas de crucería. En su interior se encuentra el conjunto de sepulcros con esculturas yacentes de los Bravo de Laguna y llama también la atención el Ardacho de Berlanga, un curioso caimán disecado, que pende de la pared junto a la puerta de entrada y fue traido de América por Fray Tomás de Berlanga, el hijo más ilustre de la villa, que llegó a ser Obispo de Panamá.

Colegiata de Berlanga

La picota o rollo jurisdiccional es de estilo gótico y fue construido en piedra caliza a fines del XV o principios del XVI. En su mitad superior se halla decorado con el antiguo escudo de Berlanga (cuatro cabezas de león y un pináculo que culmina con la extraña figura de un oso sosteniendo un blasón). Se encuentra en las eras, a la entrada de la villa.

Picota o rollo

La villa estuvo rodeada de altas murallas. Se conserva una de las entradas de la muralla, la puerta de Aguilera, rematada por almenas y adornada con un escudo sobre el arco apuntado.

El palacio plateresco de los Tovar (s. XVI), señores de la villa, fue quemado en la Guerra de la Independencia y solo nos queda de él su fachada principal, al pie del castillo. Tuvo un hermoso patio, sostenido por columnas de orden jónico, con lujosos jardines.

Palacio de los Tovar y estatua de Fray Tomás de Berlanga

Se abandona Berlanga por el camino rural que lleva a Aguilera, pueblo que dista poco más de tres kilómetro. El ancho camino asciende al principio hasta alcanzar un suave altozano.

A mis espaldas queda la villa de Berlanga

En la lejanía, se divisa por vez primera el castillo de Gormaz, coronando un cerro. Al pie del mismo, recostada en la ladera, la pequeña villa de Gormaz.

El castillo de Gormaz, aparentemente cerca con la ayuda del zoom

En seguida asoma ya la torre de la iglesia de Aguilera, al pie del Cabezo Grande (973 m.).

El pueblo, al pie del Cabezo Grande

Al entrar en Aguilera, quedan a mano derecha unas típicas bodegas en las que los vecinos solían elaborar antiguamente su vino para consumo propio. Todavía los hay que siguen haciéndolo.

Cinco bodegas alineadas

Calle principal de Aguilera, con la iglesia al fondo

En Aguilera destaca su iglesia parroquial de San Martín, un buen ejemplo de románico rural soriano, construida a mediados del siglo XII. Es de nave única y tiene una galería porticada con capiteles de tosca factura, en los que se representan juglares, aves y motivos vegetales.

Iglesia románica de San Martín

Galería porticada

Dejo atrás el pueblo y sigo andando en lo que será la etapa más larga de todas.
Alcanzo nuevamente la antigua vía del ferrocarril. El GR continúa ahora durante casi dos kilómetros por la vía abandonada, cruzando el Duero por encima de un puente de hierro.

Puente de hierro por el que antiguamente el tren cruzaba el Duero

Enorme pino solitario

Llegando a Quintanas de Gormaz, se atraviesan grandes extensiones de pinar resinero, que antaño daban empleo a gran parte de sus vecinos.
Al salir del bosque, aparece bruscamente el pueblo, del que solo nos separan unos campos de cereal, y un poco más lejos, a su derecha, el castillo de Gormaz.

La iglesia de Quintanas, por detrás de unas naves,
y el castillo de Gormaz, más a la derecha

En Quintanas de Gormaz, fin de esta segunda etapa, me dirijo al bar Esteban, en la misma plaza del Ayuntamiento, donde conozco a Mari Luz, la dueña de la casa rural en la que voy a hacer noche, con la que había hablado en días anteriores por teléfono.

Ayuntamiento de Quintanas de Gormaz

Tras dejar la mochila en la habitación, decido acercarme dando un paseo, pues todavía quedan dos horas de luz, hasta el castillo de Gormaz, que estará a unos tres kilómetros.

Ermita a las afueras de Quintanas de Gormaz

Gormaz es un pequeño pueblo que se recuesta en la ladera, al pie de las ruinas de su viejo castillo. Su nombre deriva, al parecer, del celtíbero Bormatiu y fue denominado Hisn Urmay por los musulmanes.

Su impresionante castillo, de origen musulmán, es el mayor perímetro amurallado de Europa, con casi un kilómetro. Sus murallas, reforzadas por 28 torres, se adaptan a la forma alargada de la meseta sobre la que se asientan.
Ya en el siglo IX los musulmanes construyeron un pequeño castillo en el lado noroeste del cerro, que fue reedificado y ampliado a finales del siglo X, en tiempos de Al-Hakam II.
Gracias a su situación estratégica, a sus excelentes condiciones de visibilidad y a que controlaba una de las rutas de acceso hacia el norte, adquirió pronto una importancia de primer orden, erigiéndose en bastión defensivo musulmán en la frontera del Duero y centro militar de apoyo a Medinaceli, capital por entonces de la Frontera Media musulmana.
Pronto se convirtió en testigo de diversos asedios y batallas en las luchas fronterizas entre cristianos y musulmanes, siendo tomado por ambos bandos en multitud de ocasiones hasta su conquista definitiva por Fernando I en 1059.
Con los Reyes Católicos pierde su carácter militar y pasa a ser utilizado como cárcel.
Hoy se halla completamente en ruinas, aunque conserva en bastante buen estado la disposición original de la entrada principal en un doble arco califal.
Su carácter eminentemente militar queda patente en la solidez de su fábrica y la austeridad de su decoración, reducida a tres estelas embutidas en el muro oeste y al doble arco califal de la puerta.
En su interior albergaba varios aljibes o depósitos de agua. Se aprecia una clara diferenciación entre el Alcázar, zona de residencia del gobernador y centro administrativo, y el resto del recinto, donde se aposentaba la tropa y, en caso de asedio, la población de los alrededores.

De camino al castillo

Al pie del recinto amurallado del castillo

Ermita de San Miguel, a los pies del castillo

El doble arco califal de la entrada

La alameda del Duero y los campos de secano

Desde las ruinas del castillo se disfruta de espectaculares vistas en todas las direcciones. A nuestros pies queda el pueblo de Gormaz, con un típico palomar de forma cilíndrica. Por debajo fluye el Duero y al otro lado del río, sobre el llano y rodeada de campos de cereal, se encuentra Recuerda.

Gormaz, su palomar, el Duero y Recuerda

Quintanas de Gormaz (940 m.) ha sido un pueblo con gran tradición resinera, pero esta actividad comenzó paulatinamente a abandonarse a partir de finales de los 60. Se calcula que en los buenos tiempos se resinaban anualmente unos 80.000 pinos, repartidos por los parajes de Pinar de Fuenterrey, El Bosque, Hoyo Redondo y La Revilla, ascendiendo la producción media a 280.000 kilos de miera en cada temporada.
En su iglesia parroquial destaca el altar con reliquias de más de 100 santos, traidas desde Roma.
Las antiguas Escuelas, inauguradas en 1927, son probablemente la construcción escolar más emblemática del medio rural de toda la provincia de Soria. La original fachada presenta dos entradas, la de la izquierda para niños y la de la derecha para niñas, como advierten los bonitos letreros de azulejo. Y es que en este país nuestro la estricta separación de sexos fue la norma común hasta hace no mucho. Las Escuelas han quedado lamentablemente desprovistas de su función originaria, pues el pueblo ha perdido gran parte de su población y hoy quedan muy pocos niños, pero al menos se han acondicionado para acoger un Museo de la Resina. Algo es algo. 
Son también reseñables el lavadero, un viejo lagar cuyo interior puede visitarse y un antiguo palomar de forma cilíndrica.
A las afueras del pueblo hay varias típicas bodeguillas en las que los vecinos solían elaborar vino.
En el pueblo quedan hoy unos 140 vecinos, mientras en los años 50 llegó a tener casi 600 habitantes. 
La actual crisis económica ha golpeado con fuerza en la zona. La empresa hortofrutícola Planasa, cuya sede está en Navarra, tenía una explotación en Quintanas de Gormaz, dedicada a endibias, fresas y otras hortalizas y frutas, que daba bastante empleo, no solo de cara al cultivo, sino también para las labores de recogida y envasado. Dicen por aquí que además pagaba bien. Pero Planasa cerró, se fue y sus tierras fueron parceladas y vendidas, destinándose a otros cultivos, como el cereal o el manzano, menos intensivos en mano de obra.

Iglesia parroquial de Quintanas de Gormaz

Escuelas

Viejo palomar

Dos antiguas bodeguillas

Fray Tomás de Berlanga
Fue un protagonista destacado de la colonización americana.
Inició la revisión de la conquista desde un punto de vista ético y fue uno de los primeros en erigirse en defensor de la dignidad de los indígenas, tarea que continuaría Bartolomé de las Casas.
Se le conoce también por haber descubierto las Islas Galápagos.

Bodegas
En los alrededores de muchos pueblos vitícolas de la ribera del Duero, como Quintanas de Gormaz, Aguilera o Recuerda, encontramos pequeñas bodegas de tipo familiar, excavadas en el terreno, en las que los propietarios fabricaban su propio vino.
En Recuerda estas bodegas aparecen agrupadas a las afueras del pueblo, creando la apariencia de un poblado independiente.

Bodeguilla a las afueras de Quintanas de Gormaz

Enlaces:


3ª etapa, miércoles 28 de diciembre: 
Quintanas de Gormaz - Lodares de Osma - El Burgo de Osma

Longitud: 16 km.
Hasta Lodares se transita por antiguos caminos que atraviesan pinares resineros.
De Lodares en adelante, se sigue la Cañada Real Soriana Occidental, que se encarama hasta el cordal de cumbres que hace de divisoria entre los cañones de los ríos Sequillo y Abión. Las vistas desde aquí arriba son muy buenas.
En el tramo final se divisan varias atalayas árabes y se pasa junto al castillo de Osma.
No recuerdo haberme cruzado con nadie, salvo, como es lógico, al atravesar Lodares y al llegar al Burgo de Osma.

Hoy me espera una etapa corta, así que antes de abandonar Quintanas de Gormaz me acerco a visitar el Museo de la Resina y el único de sus cuatro lagares que se mantiene en pie.

El Museo de la Resina se ubica en la primera planta del edificio de las antiguas Escuelas, donde estaba la vivienda que ocupaba el maestro. En él nos explican paso a paso cómo se extrae la resina y los múltiples usos que se le dan. Me lo enseña Luis, un vecino de Quintanas que tiene aproximadamente mi edad. Me cuenta Luis que él estudió aquí, en los tiempos en que las Escuelas funcionaban aún como tales, y que eran unos veintitantos niños y otras tantas niñas los que había por aquel entonces. Pero las cosas han cambiado, las Escuelas cerraron y hoy solo quedan seis niños en el pueblo, de los que cuatro van al Burgo de Osma a estudiar y los otros dos a Berlanga de Duero.

Lata o bidón en el que se echa la miera de los potes

Barril o cuba a la que se trasvasa la miera

El lagar que puede visitarse es el único que se conserva de los cuatro que tuvo el pueblo. Me lo enseña también Luis, que guarda la llave. Me da la impresión de que pocos de los que pasan por aquí llegan a saber de su existencia. El propio Luis, por su edad, no llegó a verlo en funcionamiento, pues ya se había cerrado cuando él era niño. Durante mi visita al lagar, un vecino del pueblo entra a ver quién demonios anda dentro, sorprendido de encontrarse la puerta abierta, señal de que son pocos los que se interesan en visitarlo. Este vecino, que andará por los setenta y pico años, sí vio funcionar el lagar e incluso de niño pisó la uva en él, por lo que nos da algunas indicaciones sobre su mecanismo de funcionamiento.

Luis me abre la puerta del lagar

Interior del lagar

Tras la visita de museo y lagar, que merecieron la pena, a pesar de recibir escasos visitantes, me dispongo por fin, como los ciclistas, a hacer la etapa del día y echar a rodar, o mejor a caminar. No hay, sin embargo, ninguna autoridad que corte la cinta o dé el banderazo de salida. Claro, que esto no es ninguna competición. Por no haber, no hay ni rivales. Mi único rival soy yo mismo y lo único que me podría vencer sería la pereza o una imprevista lesión. Pero afortunadamente no va a darse ninguna de estas dos cosas.

La primera parte de la etapa, hasta Lodares, no tiene nada de especial que merezca una reseña. Al menos, no tengo fotos ni anotaciones. Tampoco me viene a la cabeza recuerdo alguno.

Sin duda, el tramo entre Lodares y El Burgo de Osma, que discurre por lo alto de una loma, como ya he dicho, presenta un mayor interés y a él corresponden las instantáneas que van a continuación.

Vista hacia el cañón del río Sequillo

Atalaya árabe cerca ya del Burgo de Osma

El Burgo de Osma
Otra atalaya árabe

Ruinas del castillo de Osma

El Burgo de Osma (890 m.), fin de esta etapa, se compone en realidad de dos núcleos de población, El Burgo y Osma, separados por el curso del río Ucero.

Puente de piedra sobre el río Ucero e iglesia de Santa Cristina

Iglesia de Santa Cristina y castillo de Osma

Curiosa pintada

Catedral

Mi idea inicial era haber dormido en el albergue municipal que hay en El Burgo de Osma y, de hecho, había hablado con la persona que lo gestiona la semana pasada. Me informó de que el albergue estaba abierto durante estos días navideños y me dio a entender, o al menos eso interpreté, que no había problema en que pudiera pasar la noche allí.
Pero a la hora de la verdad, me encuentro con que el albergue está lleno, pues lo ha reservado por completo la Federación de Voleibol de Castilla-León para una concentración de jóvenes practicantes de este deporte. Está visto que no vale con dejar las cosas habladas por teléfono. Al solitario y anónimo senderista que está recorriendo el GR-86 lo ignoran completamente y no le ofrecen siquiera un colchón en que pueda extender su saco de dormir para pasar la noche.
El senderista se dirige a la oficina de turismo de la villa para informarse de las posibilidades de alojamiento y allí le facilitan un listado en el que figuran cuatro hostales de dos estrellas. Parece todo solucionado pero increiblemente va a encontrarse con que todos ellos cierran por descanso familiar en esta semana que media entre Nochebuena y Nochevieja. Así lo dicen, en algunos casos, los carteles expuestos en la puerta de entrada. En otros, el senderista es informado por teléfono de tal circunstancia.
Tras hora y pico deambulando en vano, el senderista vuelve, un tanto cariacontecido, a la oficina de turismo para explicar cómo se encuentra en la puñetera calle. El empleado de la oficina, tras escucharle con atención, le sugiere al senderista ir al albergue para que allí le solucionen la papeleta, puesto que ya se había entendido por teléfono con ellos. "Ya le podrán dejar un colchón", dice ingenuamente el empleado, "o si no, también tiene la opción de acercarse a la parroquia", añade finalmente.
El senderista se acerca al albergue para conocer por fin a quien lo lleva, que resulta llamarse Iván, y exponerle cómo se encuentra materialmente en la calle, pero todo será en vano. La situación adquirirá tintes grotescos, como algunos saben. Pero no vamos a entrar aquí en cuestiones espinosas.

Métodos de resinación
En los pinares de Soria se utilizaron dos métodos:
- El método de Hugues, procedente de Francia e introducido en España en 1862, es el primer método de extracción de resina o miera cuasi-industrial, llamado así en honor a su inventor. Pese a ser muy trabajoso, resulta ligeramente más productivo que el método de pica de corteza y permite obtener miera de mejor calidad, por lo que era el preferido por muchos resineros.
- El método de pica de corteza o al ácido, procedente de Alemania, donde se investiga desde 1933, se introduce en España en los años 60, con el apoyo del Ministerio de Agricultura. Es menos trabajoso, su aprendizaje resulta también más fácil y la madera no sufre prácticamente daños. Sin embargo, muchos resineros se resistieron a aplicarlo, por ser menos productivo. En muchos montes la Guardia Civil obligó a su utilización.
Ambos métodos coinciden en que el pino descansa durante el invierno. En el segundo de ellos se le quita al pino algo menos de corteza, se realizan menos picas en el tronco durante la temporada (entre pica y pica transcurren 6-7 días frente a los solo 3-4 del método de Hugues) y cada pica se impregna de ácido para estimular la producción de miera (en realidad, se aplica una pasta de ácido sulfúrico disuelto en agua, en la que la concentración de ácido está entre el 30 y el 40 %).

En este panel se explica el método de pica de corteza

Fábricas de resina
En los años 50 Castilla-León llegó a tener más de 50 fábricas de resina: en Segovia había 27 (Coca, Cuéllar, Zarzuela del Pinar, Lastras de Cuéllar y Navas de Oro eran las más importantes); en Soria, nueve (destacando San Leonardo de Yagüe, Matamala de Almazán, Quintanas de Gormaz y Tardelcuende); en Burgos, también nueve (como la de Hontoria del Pinar); en Ávila, seis; en Valladolid, cuatro; en Zamora, una.
Actualmente solo funcionan cuatro de estas fábricas; la de Coca es la más grande y procesa la mayor parte de la resina nacional; las de Cuéllar, Zarzuela del Pinar y San Leonardo de Yagüe son fábricas pequeñas de tipo artesanal.
Se calcula que en toda Castilla-León siguen en activo algo más de 100 resineros, concentrándose el 90 % de ellos en la provincia de Segovia. La mayor parte de ellos desarrolla simultáneamente otra actividad perteneciente a los sectores agrícola, ganadero, de construcción o de servicios.

El proceso de transformación de la miera
Al llegar la resina o miera a la fábrica, lo primero que se hace es comprobar su calidad. Tras pesar cada barril, el fabricante introduce una paleta en su interior y según la cantidad de burbujas e impurezas que se adhieren a ella, ajusta el precio a pagar con el resinero.
Acto seguido, se vierte la miera de los barriles en un gran depósito, donde gracias a un sencillo sistema de calefacción se mantiene líquida, a la espera de entrar en fábrica.
El proceso propiamente productivo consta de tres fases:
- Limpiado de la miera, eliminando sus impurezas para convertirla en trementina: Primeramente, se aplica vapor a presión a la miera para limpiarla, lo que se hace dentro de un gran caldero. De aquí, se hace pasar la miera a los decantadores, donde se filtran las impurezas más pequeñas.
- Destilación para separar el aguarrás de la colofonia: Se hace pasar la trementina a un gran alambique, donde se calienta a alta temperatura. De esta forma, el aguarrás pasa a estado gaseoso y se transforma en vapor, dirigiéndose a un condensador o serpentín. La colofonia es el resto del material, que queda en el fondo del alambique y solidifica rápidamente al enfriarse.
- Condensación y decantación, por medio de las cuales el aguarrás se hace líquido y se separa: En el condensador o serpentín la mezcla de aguarrás y vapor de agua se enfría y se transforma en líquida. De aquí pasa a un decantador en la que se separa. El agua pesa más y se hunde, mientras el aguarrás, que pesa menos, flota.
A través de este proceso se obtienen 20-23 gramos de aguarrás y 70 de colofonia por cada 100 gramos de miera. Solo habría 7-10 gramos de impurezas.

Usos de la miera
Se utilizaba directamente en medicina tradicional para cicatrizar heridas. Cocida, servía para curar grietas en las manos y mezclada con arena, para evitar la infección de las heridas de los resineros.
La pez o brea es un subproducto que se obtiene a través de la combustión de los residuos generados en el proceso de resinación (restos de corteza y acículas impregnadas de resina, barrasco o miera solidificada que queda adherida al tronco al final de la temporada, etc.). Se queman todos estos restos en un horno especial o peguera. La brea se destina a usos muy variados (para impermeabilizar zapatos, botas o barriles, para calafatear los barcos, para marcar ovejas, etc.).

Aguarrás
Es un líquido que contiene sustancias químicas bastante complejas y un conocido disolvente.
En el plano doméstico, suele emplearse para disolver pinturas y barnices.
En la industria química tiene múltiples aplicaciones. A partir de él se obtienen esencias y aromas, se producen las vitaminas A y E, se fabrican insecticidas, etc. Por su aroma y su poder desinfectante suele emplearse en la fabricación de limpiadores de hogar.

Colofonia
Su nombre procede de Colophon o Colofón, antigua ciudad griega de Asia Menor, próxima a Éfeso, de la que se importaba en la Antigüedad, pues en sus proximidades había grandes extensiones de bosques de pinos.
Por sus propiedades adhesivas es muy empleada en la industria para etiquetas, encolado de cajas, etc. Otorga adherencia al arco de algunos instrumentos de cuerda y en escalada puede mezclarse con magnesio para impregnarse las manos y hacerlas más adherentes a la roca. Los bailarines se la aplican en los pies para evitar caidas en suelos resbaladizos.
Pero sus aplicaciones son muy diversas. Tradicionalmente se ha utilizado en la fabricación de papel, dado que le proporciona rigidez y cierta impermeabilidad al agua.
Se emplea en la impresión de libros, añadiéndose a la tinta y ayudando a que esta se impregne en el papel y no se corra, así como en la encuadernación.
Suele añadirse al caucho de los neumáticos para conferirles una mayor plasticidad.
Se usa como aditivo del hormigón en construcciones de alta montaña para que resistan mejor los ciclos de hielo y deshielo.
En cosmética tiene igualmente múltiples usos, destinándose a fabricar colonias, perfumes o lacas, jabones para pieles sensibles, etc. Las ceras depilatorias, especialmente las de uso en frío, aprovechan las propiedades adhesivas de la colofonia.
También se utiliza en la fabricación de barnices, pinturas y colas (por ejemplo, en los barnices que previenen de la corrosión a los grabados y aguafuertes) o en la del lacre que se utiliza para cerrar los sobres de las cartas.
Disuelta en acetona se convierte en un barniz empleado en la fabricación de circuitos electrónicos, como aislante de alta calidad que evita su oxidación.
La goma base de muchos chicles se obtiene a partir de la colofonia.
El E-445 es un gelificante que deriva de la colofonia y se emplea como aditivo en algunos alimentos.

Otras resinas
A lo largo de la historia se han aprovechado también las resinas de otros árboles, no solo de los pinos o las coníferas. Por ejemplo, la goma laca, utilizada en el tratamiento y restauración de muebles, procede de la resina de una acacia asiática.
Sangrando el abedul al final del invierno se obtiene una resina o savia que, una vez fermentada, da lugar a un tipo de cerveza muy apreciada en el norte de Europa y usada como febrífugo y diurético, especialmente efectiva en manifestaciones reumáticas, como artritis, artrosis o gota.
El chicle era originariamente la resina de un árbol que crecía en la selva de Méjico, el chicozapote, y que los indígenas mascaban.

Ámbar
Es una resina fosilizada que se obtiene a partir de varias coníferas. No es, como a veces se dice, un mineral, puesto que su origen es orgánico. Adopta diversos colores (amarillo, naranja, rojo, blanco, café, verde azulado, etc.).
Tiene una edad mínima de 35 o 40 millones de años.
Desde tiempos prehistóricos ha sido muy apreciada y considerada una piedra preciosa, empleada en la elaboración de objetos ornamentales y joyas.
Sus minas o depósitos pueden ser subterráneos o a cielo abierto.
Los mayores depósitos del mundo se hallan en las tierras que rodean el mar Báltico y que hoy pertenecen a Rusia, Lituania, Letonia, Estonia, Polonia o Alemania. Se encuentran a veces fragmentos de ámbar entre las arenas de muchas playas del mar Báltico, traidos por las olas.
Este ámbar báltico era ya conocido desde la Antigüedad y demandado por las clases sociales más ricas. Dio lugar a una ruta comercial muy importante, la llamada Ruta del Ámbar, que unía las costas del mar Báltico con las tierras meridionales de Europa, a orillas del mar Mediterráneo (Italia, Grecia y Egipto) o el mar Negro, atravesando Bohemia y Centroeuropa por una amplia red de caminos. Fenicios y romanos comerciaron con el ámbar a través de esta ruta y durante la Edad Media siguó manteniéndose un activo tráfico.
Hay también depósitos, aunque de menos importancia que los bálticos, en Chiapas y en la República Dominicana. Incluso en Europa puede encontrarse ámbar en otros países, como Francia o España (hay un yacimiento de cierta importancia en Cantabria).

Los lagares de Quintanas de Gormaz
Aparte del lagar que puede visitarse, existían en el pueblo otros tres, el del Santillo, el de Torrevides y el de Las Eras, pero actualmente se hallan en ruinas.
Cada lagar pertenecía a varios propietarios, todos ellos vecinos del pueblo. La propiedad se repartía en onzas, que venían a ser como acciones que los copropietarios o aparceros se transmitían de padres a hijos. Un lagar valía unas 50 onzas y había aparceros con siete onzas, otros con una, otros con un décimo, etc. Todos eran dueños del lagar, proporcionalmente al número de onzas que poseyeran.
Pero el lagar lo usaba todo el mundo. A cada viticultor se le pesaban, antes de prensarse, las arrobas de uva aportadas. De esta forma se sabía cuántas cántaras de mosto le correspondían. Una vez repartido el mosto entre los viticultores, debía quedar siempre un resto para los dueños del lagar.
Cada viticultor acababa la fermentación del vino en su propia bodega.
En el lagar trabajaban, además del pesador, uno o dos peones al cuidado de la prensa y un repartidor, encargado de repartir el mosto o vino obtenido entre los viticultores y los dueños del lagar.
De dos arrobas de uva (23 kilos) se sacaban, por término medio, 16 litros de vino; en temporadas muy buenas, hasta 18 litros. Cada lagar prensaba unas 1.000 cántaras  de uva (25.000 kilos), que equivalían a unos 16.000 litros de vino al año.

Funcionamiento del lagar
Una vez pesada la uva, se vertía en la pila de arriba y se pisaba.
Mosto, hollejos y raspones comenzaban a "cocer" durante 3 o 4 días. Así se llamaba a la fermentación, porque echaba una buena cantidad de espuma, como si estuviera hirviendo. Pasado este tiempo se daba el "taponazo" y mediante un golpe seco de sacaba el tapón de la pila de arriba, saliendo disparado el mosto hasta rellenar la pila de abajo.
Después del "mosto voluntario" había que forzar a la uva a soltar el resto. Lo primero era levantar la viga, introduciendo unas tablas o espadillas en el mencal de atrás y en el mencal de delante. Con la viga alzada, se cubrían los hollejos con varios tablones de enebro ("montar el castillo"); al último tablón, que estaba entre el castillo y la viga, se le llamaba el "marrano". Todos estos preparativos permitían poner por fin la prensa en funcionamiento. Varios hombres giraban el husillo para levantar la piedra, lo que hacía que todo el peso de la viga presionara con fuerza sobre los hollejos y estos empezaran a llorar su mosto. Toda la fuerza de la viga y la piedra descansaba ahora sobre el mencal de abajo. A medida que las uvas perdían mosto, se quitaban espadillas de los mencales para que la viga, al girar más y más el husillo, presionara con fuerza sobre los hollejos.
En la pila de abajo comenzaba la fermentación o transformación del azúcar de la uva en alcohol. El mosto, en contacto con los hollejos, iba cogiendo color y aromas propios de las uvas. De esta forma, el vino, conforme pasaban los días, se iba poniendo más tinto, pero también más ácido y áspero.
Pero la fermentación continuaba de forma natural en la bodega de cada viticultor, reposando y cogiendo el vino grado poco a poco, hasta que se daba el proceso por finalizado.
El trabajo de la uva no terminaba aquí. Los hollejos que quedaban se destilaban en un alambique que había en el mismo lagar para obtener aguardiente.

El lagar que puede visitarse

Barrica para guardar vino y cuévano de mimbre para transportar la uva

Curiosa pieza para recoger el mosto procedente de la prensa

Sabina albar
Esta especie arbórea es una reliquia del Terciario que puede encontrarse en lastras o páramos calizos del interior peninsular, con clima extremo (Burgos, Soria, Guadalajara, Segovia, Cuenca, etc.). Su distribución mundial es bastante reducida.
Tiene una gran trascendencia ecológica, por colonizar suelos pobres y pedregosos, a los que difícilmente pueden adaptarse otras especies más evolucionadas, como encinas o quejigos.
En la provincia de Soria y en otras tierras de Castilla se la conoce como enebro.

Uxama Argaela
Es una ciudad hispanorromana cuyas ruinas se encuentran en el alto del Castro, a las afueras del Burgo de Osma. Por ella pasaba la calzada que unía las ciudades de Astúrica (Astorga) y Caesaraugusta (Zaragoza).
Surgió en la Segunda Edad del Hierro (siglo IV a.C.) como establecimiento celtíbero de la tribu de los arévacos, dedicado a la agricultura, ganadería y algunas actividades artesanales (cerámica, tejido o forja).
Con la romanización, particularmente en el siglo I d.C., experimentó un notable desarrollo, visible en la expansión urbana y en la aparición de algunos barrios periféricos. Se dotó al municipio de una infraestructura urbanística, de una amplia red de abastecimiento de agua, formada por acueductos y cisternas, y de importantes edificios públicos.
Avanzado el Bajo Imperio, la ciudad se rodeó de murallas.
Siguió habitada en época visigoda, convirtiéndose en sede episcopal y cabeza de territorio.
Se abandonó en el siglo VIII.
En el siglo X se fundó en sus inmediaciones Osma, que toma su nombre de la antigua Uxama. 

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4ª etapa, jueves 29 de diciembre: 
El Burgo de Osma - Ucero

Longitud: 15 km.
Se sigue un camino agrícola, llano y ancho, que discurre a lo largo de la vega del río Ucero y pasa por las pequeñas localidades de Sotos del Burgo, que cuenta con bar, y Valdelinares.
Campos de cultivo, algún viñedo, choperas y sabinares.
Me cruzo con un chico haciendo footing, una pareja montando en bici y dos todoterrenos.

Por la mañana, después de tomar el desayuno en la cafetería del hotel, doy un paseo por el casco antiguo del Burgo de Osma, que tiene un importante patrimonio monumental, comenzando por su mastodóntica Catedral.

Catedral

Ayuntamiento

Parece que la crisis está afectando a muchas tiendas y comercios que han tenido que cerrar. Hay varios locales comerciales cerrados, cubiertos los escaparates con papeles y cartones, tanto en la Plaza Mayor como en la principal calle peatonal.
Como la etapa es corta y llana, tampoco tengo mucha prisa por empezarla y entro en una librería a fisgar libros.

Cerca de mediodía echo por fin a andar. El camino, ancho y cómodo, más se presta a un paseo en bici que a una caminata. Una breve parada en Sotos del Burgo y su bar para luego continuar del tirón hasta Ucero.

Una muestra del paisaje de esta etapa

Ucero, fundada en el siglo XII, es puerta de entrada al Parque Natural del Cañón del Río Lobos y, por ello, cuenta con bares, restaurantes, hostales y varias casas rurales.
Es conocida por el río del mismo nombre y por sus truchas, muy apreciadas en la corte del rey Carlos III.
Antiguamente había en el pueblo una fábrica de chocolate, un molino y un lavadero para lanas.
Dominan la villa los restos del castillo templario, con su estructura de triple recinto y su torre del homenaje.
En las inmediaciones del pueblo se encuentra la cueva de la Zorra, que en realidad es un túnel o galería de 130 metros de longitud, excavado en la roca por los romanos, que atraviesa la montaña de lado a lado y formaba parte de la antigua canalización o conducción de agua que abastecía a la ciudad romana de Uxama. Está indicado en algunos carteles como Canal Romano. La conducción tenía un total de 18 kilómetros de longitud y en su mayor parte circulaba a cielo abierto, debiendo salvar los obstáculos naturales por medio de túneles, represas, acueductos y sifones.
Los amantes del senderismo tienen aquí tres senderos de pequeño recorrido: la Senda de las Sabinas, la Senda del Castillo y la Senda de las Gullurías. La primera es lineal y va hasta Calatañazor; las otras dos, más cortas, son circulares.

Ucero

Ucero y su castillo roquero

El castillo templario, al atardecer
La entrada al Canal Romano

Se ve la boca de salida

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5ª etapa, viernes 30 de diciembre: 
Ucero - Cañón del río Lobos - Santa María
de las Hoyas

Longitud: 6 km. hasta la ermita templaria de San Bartolomé, punto en que abandono el GR-86; desde ahí hasta Santa María de las Hoyas, algo más; quizá sean unos 15 km. en total.
Por el fondo del cañón kárstico, sabinas, pinos, fresnos, chopos y vegetación de ribera; por los altos de la sierra de Nafría, sabinas, pinos, jara y gayuba.
En el recorrido por el cañón, me encuentro con algunos coches y gente paseando, pero no mucha; desde el momento en que abandono el cañón, nadie.

Entrada al Cañón del Río Lobos

Vuelvo a pasar por el castillo templario de Ucero

En este paraje nace el río Ucero

La ermita templaria de San Bartolomé parece que fue construida en el primer tercio del siglo XII y está hecha toda ella de piedra de sillería. Se levanta en un lugar muy hermoso en el que el cañón se abre y el río Lobos traza un meandro.

Unos gallegos me hacen la foto

A partir de aquí abandono el cañón remontando un barranco, en dirección a Santa María de las Hoyas. Algo desorientado, acabo llegando al pueblo, aunque dando alguna que otra vuelta y apareciendo por donde no estaba previsto.
En el albergue del pueblo nos vamos a juntar los de Sendas de Madrid para pasar la Nochevieja. Pero eso será otra historia.

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